No tengo miedo de olvidarme


Siempre que me lo anote y lo ubique en un lugar bien visible.
Salvadores papelitos pegados en el espejo, en la heladera, en el microhondas, en la cerradura de la puerta de salida, en la agenda...
Hay quienes prefieren otros motivos más sensuales, yo opto por un clásico del terror ochentoso y en su defecto no hay nada que el alerta del celu no me avise...

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